miércoles, febrero 18, 2009

QUE GRANDE SOS, TANGO...


Ayer fue una noche tanguera, pero no una más. Fuimos al mítico café Tortoni, catedral del tango, aunque también- es inevitable- edén para el turismo.
No es fácil escuchar Tango sin que la cabeza vuele y te lleve hacia el desconsuelo… Es cierto que los terapeutas, y mas si tenemos ramalazos gestálticos, aconsejamos que hay que vivir el momento…Pero a mi me pesa mi formación psicoanalítica, y además hay seres instalados en la nostalgia, entre los que me cuento, con espíritu de Tango. Y es que en el Tango hay pasión y también, y sobre todo, dolor. No es un canto a la felicidad, es un lamento desgarrado al amor perdido, al desencuentro, a la ruptura, a la distancia, a la dificultad: Un homenaje a lo que pudo haber sido y no fue…No se celebra el bienestar del encuentro, sino el sollozo del adiós…
La poesía es el refugio del dolor de los quebrados en su pasión. Para que el apasionamiento sea digno de ser ensalzado ha de ser un amor en perdida, en deriva. El apego de final feliz, y no siempre, solo tiene su lugar en los cuentos- No hay tangos que acaben con: Y fueron felices y comieron perdices…- Por eso el Tango es tan poético, refleja amores que duelen, y esos son los que duran mas.
Toda perdida nos remite a la perdida primigenia, al drama original de la separación simbólica de nuestra madre, al corte del cordón umbilical…Experiencia que nos desapega, aunque nos da la libertad. A partir de ahí somos libres para estar solos, ya no compartimos sangre con nadie…Y al dejar de estar mezclados, nos pasamos la vida buscando el amor sublime que repita esa alianza inicial, pero que nos permita compaginar libertad y unión. Un cordón umbilical ilusorio que nos una, y no nos ahogue. Y si lo encontramos, que a veces es posible, ha de ser en la otra parte del mundo, para no ponérnoslo fácil…
Tango, buena banda sonora para la añoranza. Acompañamiento perfecto para un estado de ánimo, en que se te quiebra el alma por la distancia, y de lo espinoso que ha sido, está siendo y será…Aunque a veces, algunas veces, la ausencia alimenta la pasión y nos desvela la magnitud de nuestros sentimientos.
Y a partir de ayer empieza la cuenta atrás de la nostalgia…Cada minuto vivido en esta ciudad es un instante de gala, de gracia y también un poco de pérdida. De Buenos Aires habrá que partir, y ahí empezará el desconsuelo…Y el Tango me ayudará a mantener el dolor vivo hasta mi próxima vuelta.