El viernes pasado, antes de iniciar la sesión clínica, comentamos con los compañeros del Centro de Salud sobre una reclamación presentada a una colega que no prescribió tratamiento mediante la correspondiente receta de Ibsalut a un/una paciente que asiste a su consulta con carácter de urgencia con una enormemente trascendente e increiblemente urgente Dermatitis seborreica en el cuero cabelludo. (mas o menos caspa para los legos)
Ello debería hacernos reflexionar en el camino de que es prioritario que se arbitren medidas claras que dejen claro a pacientes y a profesionales que constituye una urgencia, y cuales son las pautas correctas de actuación en las diferentes situaciones urgentes, no inaplazables, y las que no lo son.
Los sanitarios estamos sometidos a un apremio constante, que es difícil conciliar con una buena praxis. Si a la incertidumbre propia de la práctica clínica, (“nunca lo sabremos todo ni lo podremos prevenir todo”), le añadimos la ambigüedad del marco organizativo y legal en que realizamos nuestras funciones, tenemos todas las probabilidades de fracasar. A mi entender, no siempre es viable, ni tal vez conveniente, que todas y cada una de las solicitudes de los pacientes, asistenciales o no, se puedan asumir de manera inmediata. Y a veces no malograr sus peticiones, por evitar situaciones tensas, concluye por “quemar al sanitario”.
Las agendas dilatadas, la imposibilidad de prever en cuanto van a ser incrementadas con demandas “fuera de circuito” (mal llamadas urgencias), no permiten disponer del tiempo suficiente, la serenidad y el ritmo de trabajo adecuados para poder prestar una asistencia de calidad.
Recientemente en las sesiones sobre calidad asistencial, realizadas en el Centro de Salud, se ha demostrado como de vital importancia el tema de los “fuera de circuito”. Deberíamos de establecer pautas concretas sobre, si “pasar las recetas” (pasar o sacar por la Seguridad Social recetas prescritas por Especializada- a veces , las muchas, de la Medicina Privada), o la realización de tramites burocráticos (ILT, certificados, informes…) suponen un motivo suficiente para obstaculizar el normal curso de la asistencia a nuestros pacientes. Pacientes resignados, verdaderos pacientes de paciencia, que han obtenido cita con anterioridad, que si han “atenido a las normas”, que llevan varios días esperando esa consulta, y que deberían haber alcanzado el derecho a ser asistidos en las condiciones y el tiempo precisos.
lunes, febrero 13, 2006
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