miércoles, junio 13, 2007
JORGE BUCAY EN MALLORCA
El poder de convocatoria de Jorge Bucay está fuera de toda duda. El psiquiatra y psicoterapeuta argentino volvió ayer a llenar otro auditorio de Palma, en esta ocasión el Club de Opinión de DIARIO de MALLORCA, que se quedó pequeño para escuchar con atención a este ágil comunicador que sabe encontrar tanto en la sabiduría popular de los cuentos como en la publicidad más actual una manera para enfrentarse a los desafíos de la vida.
La directora del Club, Mercè Marrero, fue la encargada de presentar al protagonista del coloquio, de quien dijo que "conjuga a la perfección el humor, la sensibilidad y la ironía con la realidad". Un halago ante el que Bucay respondió con una sonrisa y dos billetes de veinte euros, primera prueba de un sentido del humor que le acompañó durante todo el acto.
Bucay, de 58 años, casado, padre de dos hijos, y con residencia en Nerja y Buenos Aires, fue "payaso y vendedor de seguros" antes de convertirse en autor de varios best-sellers dedicados al crecimiento personal, antes de predicar por medio mundo que "el cerebro es un músculo que se atrofia si otros piensan por nosotros".
El solicitado conferenciante propuso a su audiencia dar algunos pasos para aceptar el reto de "volvernos nosotros mismos", defendiendo, durante la hora y media que duró el coloquio, la idea de "ser uno mismo". Para empezar pidió que cada uno se riera de sí mismo y se preguntó "hasta cuándo nos esforzaremos por parecer que somos otros, aguantando el aire para que no se nos note la panza o caminando de puntillas para parecer más altos".
La educación fue uno de los puntos cardinales en su discurso, sobre todo la que nos inculcan los padres en el seno de la familia. "Ellos tienden a moldearnos, son un mal necesario. Luego ya decidiremos nosotros qué nos sirve y qué no. Uno no aprende si no es equivocándose. La única manera de aprender es equivocándote", argumentó.
Jorge Bucay, que eligió los anuncios como apoyo de muchas de sus explicaciones, recordó que "nadie tiene la obligación de nacer sabiendo" y que "ser auténtico significa poder realizarse como persona".
"Uno no puede terminar de estar satisfecho con su vida sin saber exactamente quién es. No se puede ser feliz interpretando siempre un personaje", agregó.
Una búsqueda personal que, según Bucay, encuentra recompensas para los demás: "Cuando uno es auténtico ayuda a los otros a serlo. Tu autenticidad se contagia".
El médico bonaerense pronunció su conferencia bajo una pantalla en la que desde el ordenador iba proyectando imágenes y gráficos. Y sedujo a los presentes no sólo con sus palabras, también con su sensibilidad, ternura y sabiduría popular. Como cuando relató un viejo cuento sobre el rey Arturo que sentenció con una máxima: "Las relaciones exitosas son aquellas en las uno permite que el otro sea lo que quiera ser, en cada momento. Si el mundo obrara así habría menos ogros y más príncipes y princesas".
Jorge Bucay citó cuatro pilares "fundamentales, que no imprescindibles", en la vida, en la familia: la autoestima; el amor; las normas, que "tienen que existir, aunque nunca deben ser rígidas"; y una comunicación "sincera y honesta".
Para crecer como persona, dijo, hay que evitar "dos enemigos, el miedo y la vergüenza". Así, afirmó que "cualquier situación nueva, especialmente si es inquietante o imprevisible, siempre provoca una necesidad de respuesta, que puede transformarse en indecisión y a su vez en ansiedad, bloqueo y angustia".
"Lo más importante de una decisión es tomar una decisión. Nunca hay que quedarse paralizado", agregó.
El doctor Bucay habló de un artista callejero que dibuja en el piso de las calles, Julian Beever, para asegurar que "cada uno de nosotros somos una obra de arte si nos miramos desde el lugar adecuado".
También tuvo palabras para su último libro publicado en España, 20 pasos hacia adelante, "el primero de autoayuda" que, según su autor, escribe. A modo de "juego" les fue entregados a todos los presentes en el coloquio un punto de lectura, que cada uno leyó libremente en voz alta. Al que le tocó el que rezaba "evita las adicciones" le recomendó que no esté "pendiente de lo que otros digan" y que se "descuelge de los demás".
"Tus pies son los suficientemente fuertes para aguantar tu peso", le aseguró a otro atento oyente.
Al que poseía el de "dejar fluir la risa" le pidió que se riera de sus problemas; sobre "la creatividad" recordó que si "uno siempre hace lo mismo el resultado siempre será el mismo"; al que sostenía otro que decía "ábrete al amor" le rogó que se abriera al de los demás, que dejara que le cuiden; y al que no sabía qué significa "negociar lo imprescindible" le aconsejó que "nunca negocies lo que no estás dispuesto a dar".
"Aprender también de los que saben menos que uno, poneros en el lado de los humildes (...) y recordar que si no hacéis algo por miedo al fracaso, ya habréis fracasado", concluyó.
La atracción de Bucay sobre sus lectores quedó de nuevo de manifiesto tras el coloquio, cuando decenas de personas se acercaron hasta el conferenciante para pedirle una rúbrica suya o un consejo.